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La importancia del reposo invernal en nuestros viñedos

La poda y la dormancia, preparando las vides para una nueva cosecha.

Con la llegada del otoño y el descenso de las temperaturas, los viñedos de Eidosela, Adegas Atlánticas, entran en una de las fases más cruciales de su ciclo anual: el descanso invernal.

Aunque pueda parecer que están “dormidos,” esta etapa es esencial para la calidad y la vitalidad de nuestras uvas, preparándolas para la próxima temporada de crecimiento.

Durante los meses fríos, las vides entran en un estado de dormancia o reposo, en el cual la actividad metabólica de la planta disminuye significativamente.

Aunque nuestras vides parecen “dormidas,” están preparándose
para la próxima temporada de crecimiento.

Este proceso permite que se recuperen del esfuerzo realizado durante la temporada de crecimiento y de la vendimia. Al conservar su energía, la planta se protege de posibles daños por heladas y se regenera, acumulando los nutrientes necesarios para afrontar un nuevo ciclo con toda su fuerza.

El descanso invernal es también el momento en el que los viticultores realizan algunas de las tareas de mantenimiento más importantes.

La poda es una de ellas y tiene una función esencial: al eliminar ciertas partes de la planta, consiguen controlar el crecimiento y regulan la cantidad de racimos que producirá cada vid. Esto no solo ayuda a concentrar los nutrientes en las uvas seleccionadas, sino que también favorece una maduración equilibrada y una distribución uniforme de los recursos.

Esta asegura que las vides estén listas para florecer de manera óptima en primavera, aportando así una calidad distintiva a cada racimo de uvas.

La poda es un proceso esencial, eliminando ciertas ramas,
podemos controlar el crecimiento y cantidad de racimos de cada vid.

Además, el invierno permite a las raíces profundizar y fortalecerse, lo que es clave para que la planta pueda acceder a reservas de nutrientes y agua en el suelo.

Esta regeneración del sistema radicular contribuye a una planta más resistente y equilibrada, preparada para soportar las exigencias de la siguiente temporada de crecimiento y las variaciones climáticas que puedan presentarse.

Esta fase de reposo es crucial para la excelencia de nuestros vinos, ya que asegura que las uvas que recogemos al final del ciclo tengan todas las características que buscamos en nuestros vinos: aromas frescos, sabores complejos y una calidad que perdura en el tiempo.

Cuando la primavera asome y las vides comiencen a “despertar,” lo harán con nuevas energías, listas para un nuevo ciclo lleno de promesas. En cada copa de vino que brindamos, hay una historia de esfuerzo y cuidado, que empieza aquí, en este tiempo de descanso esencial para la viña.